Un curioso día en Irlanda, en el que no se puede comprar alcohol, ni tampoco consumir, bueno, esto último más o menos.
El resto del día fue más o menos tranquilo, y depués de comer salí con Inma, Antonio y Pili a buscar el billete de autobús para el viaje del weekend. Nuestro gozo en un pozo, porque resulta que los autobuses interprovinciales no tienen billete anticipado (otra irracionalidad irlandesa).
Luego, disimulando con Pili, nos fuimos corriendo, a buscar su regalo de cumpleaños: una tarta. Sin planearlo, acabamos en el Tesco, y compramos una exquisita tarta de chocolate de Cadbury, ¡qué buena que estaba! Y caímos en la tentación Penneys, era inevitable.
Un alucine, porque tenían dj y máquina de humo. Ambiente internacional, rincón español (para qué dudarlo). Risas, baile y cómo no, la visita de la Garda, que fue llamada por el vecino.
No acabamos excesivamente tarde, porque al día siguiente nos íbamos de viaje.
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