The Guest House
Anoche no me dio tiempo, o el cansancio pudo más que yo, así que no os hablé de la familia y de la nueva casa que me alojará estos tres meses y medio.
Para empezar, en el aeropuerto nos recogió Joe, al que conocí casi al bajar del avión, porque la mía fue la primera maleta que salió por la cinta. Así que este buen driver nos llevó a mí y a seis más a nuestros respectivos hogares y nos decía cómo habían cambiado las cosas y lo que ha supuesto la crisis para Irlanda.
Nada más llegar, ninguna sorpresa, ya que había buscado "mi nuevo hogar" por Google Maps, Street View y demás. La sorpesa fue el interior, esperando encontrar la típica morada inglesa, pero no, la casa ha sido reformada y es una pasada, suelos de tarima, una cocina increíble, muy americana. Y lo más sorprendente no es que el fregadero tenga triturador de basura orgánica, es que tiene tres salidas de agua: fría, caliente e hirviendo, así no hay que estar perdiendo el tiempo con peligrosos hervidores.
La familia que me acoge parece muy simpática y agradable, un matrimonio en sus tardíos cuarenta y dos adolescentes, un chico de 16 y una chica de 13 (más o menos), una loca de los Mac's, por cierto.
En el desayuno, ninguna sorpresa, la verdad, pan de molde blanco, café instantáneo en agua, margarina... Pero estaban preparando la cena y, una nueva sorpresa, cocinaban con aceite de oliva. Después, Pauline, que así se llama mi Guest-mother, nos ha explicado cómo llegar al centro y la línea de autobuses que teníamos que coger, incluso nos acompañó a la parada.
(Hablo en plural, porque comparto habitación y casa con una chica de Huelva que también está en el programa Hércules conmigo)
The Spanish Meeting.
Para no variar y por no saber qué hacer, a medio quedar y sin tener nada claro, ya que no teníamos los números de todos los compañeros y no todos se conectaron de madrugada para comentarlo. Llegamos a O'Connel St, justo a The Spire (o El Pirulo, como lo llamamos algunos) y nos dedicamos a esperar. Sólo había dos personas y de las once, hora de la cita, hasta las 12:20, hora que terminaron de llegar, aprovechamos para empezar a conocernos (Grupo Herculiano en Dublín, aunque no estábamos todos).
Decidimos visitar hoy The Phoenix Park, que es el parque urbano más grande de Europa y que alberga, entre otras cosas un Zoo. Hemos hecho un recorrido largo a pie y a paso de señora con ganas de echar el día paseando, a lo largo del Río Liffey, que divide la ciudad de Dublín en dos. Cesped, algo de barro y la conciencia de que tendríamos que volver nos ha acompañado toda la visita que hemos hecho al parque.
Ya en el parque, a eso de las tres de la tarde el hambre ha empezado a llamar a nuestros estómagos, y los que no teníamos el "pack lunch" hemos almorzado en el Tea Room, frente a la entrada del zoo. Un coqueto café en un cenador o kiosko, con una larga cola de clientes, pero que además de un almuerzo nos ha dado un poco de calor corporal, que ha empezado a hacernos falta. La comida, no muy cara y con hambre, nos ha sabido a gloria.
Seguro que ya os estáis preguntando por el tiempo, así que os diré que: "El tiempo, bien, gracias". Tampoco es tanto, el día con nubes y claros, la temperatura no exageradamente fría hasta que al llegar la tarde ha empezado a soplar el viento, así que ya el frío ha llegado hasta mis huesos. Pero tampoco ha sido insoportable. Por aquí nos dicen que estamos teniendo mucha suerte, y parece que nos esperan un par de días más de sol, así que a ver what it's happening in Dublin.
Después, hemos vuelto al centro con un único objetivo, encontrar un Tesco y comprar las tarjetas móviles irlandesas. Así que ya tengo Irish mobile number y tarifa de datos.
La compra ha sido en Temple Bar, así que era de recibo tomar la primera cerveza del viaje allí: Cheers!
Ha sido una rápida y nos vamos, porque a las seis y media teníamos que estar en casa para cenar, que nos aguardaban un estupendo pollo asado con patatas y verduras cocidas, con una salsa exquisita (parece que hemos tenido suerte con la familia en muchos aspectos).
Los problemillas del día: que parece que mi tarjeta no funciona en el Tesco y que no consigo soltarme a hablar, pero espero que eso se solucione estos días. Por lo pronto, he conseguido preguntarle al bus driver si su autobús nos llevaba a su destino.
Unas llamadas a la familia y aquí me hallo, contando la jornada, así que ya... mañana más.
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